¿Sabría reconocer una mentira?
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¿Su jefa no le mira nunca a los ojos? Quizás sea una mentirosa.
¿Su asistente se muerde continuamente los labios? Quizás sea una mentirosa.
Si hay algo en lo que empleados y jefes podrían estar de acuerdo, es en que los mensajes del cuerpo y el rostro pueden ser tan importantes, a veces más, que lo que se dice.
El estudio del lenguaje corporal se popularizó en el decenio de 1970, cuando los expertos comenzaron a analizar el vínculo entre los gestos físicos y la sinceridad. Desde entonces, hemos ido elaborando una lista de señales, de pistas, que nos indican si nuestro interlocutor miente: evitar el contacto visual, tocarse la boca al hablar, juguetear con los dedos... Todos estos gestos son, supuestamente, una forma de nuestro cuerpo de delatar que mentimos.
Pues resulta que estábamos equivocados. Por lo menos, nos equivocamos un 50% de las veces. Según un histórico estudio desarrollado por el doctor Paul Ekman, pionero en el estudio de las mentiras y autor de What the Face Reveals (Lo que revela el rostro) y Cómo detectar mentiras en los niños: claves para fomentar la sinceridad de los hijos, muestra que, a pesar de lo que creemos que sabemos, la mayor parte de la gente solo acierta la mitad de las veces a la hora de pillar a un mentiroso. Ekman, consultor de la serie de FOX Miénteme, afirma que, aunque somos mucho peores de lo que nos gusta reconocer en lo que a la detección del engaño se refiere, hay determinados tics físicos que nos pueden indicar si la persona que nos habla nos dice la verdad o intenta engañarnos, y que un ojo experto puede detectarlos.
"Los seres humanos aprenden en su infancia a manipular las emociones faciales para adaptarlas a las situaciones sociales, pero esto supone que, con el tiempo, también podrán manipularlas para engañar", afirma Calin Prodan, médico residente del Centro de ciencias de la salud de la universidad de Oklahoma, en Oklahoma City. Además, esta habilidad la llevamos desde el patio del colegio hasta nuestro lugar de trabajo. "Así, por ejemplo, una persona que esté enfadada con un superior es capaz de utilizar una sonrisa "social", en lugar de fruncir el ceño, cuando está pidiendo un aumento."
En su estudio de la mentira, Ekman se ha centrado en las microexpresiones, pistas del rostro casi imperceptibles para los legos; y en las miniexpresiones, señales que denotan los sentimientos reales de la persona o el significado que ocultan las palabras que pronuncia.
"Los mensajes corporales están ocultos a la vista de todos -concuerda la doctora Elaine Wilkes, terapeuta y autora de Nature's Secret Messages: Hidden In Plain Sight (Mensajes secretos de la naturaleza: ocultos a la vista de todos)-. Hay que buscarlos." Tanto Wilkes como Ekman utilizan el ejemplo de alguien que diga "sí" con la voz y "no" con el cuerpo. "A menudo observo que cuando alguien dice "Sí, lo puedo acabar en plazo" mueve ligeramente la cabeza a los lados -cuenta Wilkes-. Si veo ese gesto, sé que es imposible".
Ojos mentirosos
"Sonará manido, aquello de "Los ojos son el espejo del alma", pero quizás sea cierto", comenta Prodan. Hay tres pistas comunes relacionadas con el contacto visual: un parpadeo excesivo, movimiento de los ojos a la izquierda y falta de contacto visual.
Un parpadeo rápido y la falta de contacto visual revelan que el cerebro está trabajando. Dicho de otro modo: decir la verdad es una operación más sencilla para el cerebro, pero la persona que está hablando no se está sintiendo cómoda con lo que dice. Sin embargo, probablemente la señal más conocida para detectar la mentira es que una persona mire hacia arriba o a la izquierda cuando habla. El lado derecho del cerebro, donde reina la imaginación y donde nace la osadía, está vinculado al lado izquierdo del cuerpo.
Cuidado con las barreras
En el estudio del lenguaje corporal, una barrera o bloqueo físico es lo que se utiliza para proteger o distanciar a una persona de las demás. La psicología subyacente vuelve a ser, también en este caso, la incomodidad. Para detectarlo hay que buscar los gestos como los brazos cruzados, una rodilla cruzada sobre la otra para distanciarse de otras personas o de los objetos cercanos. Una taza de café sobre un escritorio, una carpeta a la altura del estómago o una silla de escritorio colocada estratégicamente son barreras que se encuentran en los lugares de trabajo y con las que hay que tener cuidado.
Gestos con las manos
Si alguien se lleva las manos a la boca al hablar, significa que no están seguros de lo que dicen, explica Wilke. Del mismo modo, las comunidades médica y psicológica concuerdan en que la mano izquierda (o el lado izquierdo, dominado por el hemisferio derecho, como se ha dicho) está vinculada a la percepción de uno mismo. Esto es útil a la hora de hablar con alguien que mantenga la mano izquierda en un bolsillo, o a la espalda, especialmente en un entorno laboral. "Si fuera a pedir un aumento y quisiera una respuesta sincera, yo no estaría conforme hasta que la mano izquierda estuviera bien a la vista", comenta Wilke.
El lenguaje corporal, las microexpresiones y el contacto visual pueden darnos indicios de engaño y falsedad, pero la lectura más fiable proviene de un profundo y prolongado estudio del rostro y el cuerpo para establecer unas líneas de conducta básicas: lo que es el lenguaje corporal "normal" de una persona. "El cuerpo dice lo que pensamos -afirma Wilkes-. El cuerpo no miente."
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